
El paraíso pesquero natural de la Ràpita
En 1780 el rey Carlos III ideó un proyecto de ciudad de inspiración renacentista, justo por encima del pueblo de pescadores de la Ràpita. Este proyecto se convertiría más tarde en toda una Villa Marinera de las Terres de l’Ebre. De aquella época es el edificio más representativo de la Ràpita. Se trata de la Glorieta, un elegante mirador de estilo neoclásico en forma de rotonda construido en el siglo XVIII.
La Ràpita cuenta con uno de los puertos pesqueros con más actividad de toda Cataluña. Su cocina marinera tiene dos protagonistas destacados: los langostinos y las galeras. Servidos en arroces marineros con denominación de origen del Delta, son una delicia que puedes probar en cualquiera de sus restaurantes.
Esta villa de pescadores está ubicada en la bahía de los Alfacs, un paraje marino de gran belleza que regala tesoros como la playa del Trabucador. Esta destaca por su peculiar forma: una lengua de arena de 6,5 kilómetros de longitud que se adentra hacia el mar hasta la Punta de la Banya.
Rodeado de playas salvajes y solitarias, y situado muy cerca del Parque Natural del Delta de l’Ebre, la Ràpita es un paraíso para realizar todo tipo de actividades náuticas, como la ruta de las bateas, un recorrido de 2 horas a bordo de una golondrina que recorre la bahía dels Alfacs hasta el Musclarium. Una vez allí descubres cómo se cultivan los mejillones y ostras del Delta de l’Ebre de la mano de un acuicultor. Estas rutas finalizan con una degustación de estos moluscos acompañada de una copa de vino o cava.
Para disfrutar de las grandes vistas que ofrece la Ràpita lo mejor es subir al mirador de la Guardiola, una antigua torre de vigilancia situada en la cima de la montaña de la Torreta. Desde aquí puedes contemplar toda la villa, el Delta de l’Ebre y la bahía dels Alfacs.