Miró y Picasso: una amistad personal y artística

La exposición Miró – Picasso (19 de octubre al 25 de febrero de 2024) es una muestra conjunta con obras de Miró y Picasso y tiene dos sedes: la Fundació Joan Miró y el Museo Picasso de Barcelona. Está centrada en la amistad entre los dos artistas, sus afinidades y su recorrido artístico, así como la relación con la ciudad de Barcelona, que incluye la creación de sus propios museos. Uno de los aspectos clave es como se influyeron mutuamente.

Miró y Picasso compartieron el mismo espíritu de libertad y transgresión que los hizo explorar los límites de la pintura. A pesar de ser dos artistas diferentes, también compartieron el interés por la poesía y la escritura y descubrieron la cerámica como forma de expresión. Su amistad fue muy importante a partir de 1920 y duró hasta el final de sus vidas.

Una muestra excepcional

Es una muestra excepcional por dos razones: porque es la primera vez que se organiza en Barcelona y porque nunca han coincidido en una misma ciudad tantas obras originales de ambos artistas: obras que proceden de las colecciones más relevantes del mundo —buena parte de ellas son del Museo Picasso de París.

La muestra es modelo de colaboración próxima entre los dos centros organizadores. Un ejemplo es cómo ha intercambiado obras. Verbigracia, el cuadro de Las Meninas saldrá del Museo Picasso para instalarse en la Fundació Joan Miró durante los meses que dure la exposición, mientras que de esta saldrá hacia el Museu Picasso La estrella matinal, una pieza clave en la trayectoria artística de Miró.

Un homenaje a Barcelona

La muestra Miró – Picasso es también un homenaje a la ciudad de Barcelona. La exposición se divide en 6 ámbitos; el recorrido es prácticamente el mismo en los dos museos, y las obras se reparten entre el Museu Picasso de Barcelona y la Fundació Joan Miró. Son dos exposiciones complementarias que se pueden visitar en la orden que se desee.

1. El Encuentro

Barcelona, 1917: Picasso en el Gran Teatro del Liceu
El recorrido de la muestra empieza en 1917, un año decisivo para los dos artistas. Se presentaba en el Gran Teatro del Liceu de Barcelona el espectáculo del ballet ruso Parade, con una escenografía creada por Picasso, en la que combinaba el cubismo sintético con una figuración clasicizante. Un trabajo que impactó tanto al joven Miró que lo hizo abandonar su estilo ecléctico para experimentar con el cubismo, el arte oriental y la pintura gótica. Se refugia en su estudio de Mont‐roig del Camp para desarrollar su nueva técnica más detallista.

Obras de esta época como El caballo, la pipa y la flor roja de Miró y Arlequín de Picasso se pueden ver en la Fundació Joan Miró.

París, 1921: Miró en la galería La Licorne
En 1921 Miró pisa por primera vez París; su intención es preparar su primera exposición individual. Visita a menudo a Picasso, quien muestra un gran interés por su obra y le apoya y le da buenos consejos. Cuando Miró inaugura su exposición en la galería La Licorne, Picasso compra una de las pinturas expuestas, Autorretrato.

Esta obra de Miró, junto con La masía, se exponen en el Museu Picasso de Barcelona.

2. El París del Surrealismo

El impacto del ballet Mercure
El año 1924 se estrena el ballet vanguardista Mercure, en el Théatre de la Cigale de París. Picasso diseñó la escenografía, como lo había hecho con el Parade, pero esta vez alejada de la estética cubista y neoclásica de los últimos años. Combinó imagen, signos y escritura: una nueva plástica que entusiasmó a los surrealistas. Miró también asistió al espectáculo, que lo dejó fascinado. Una fascinación que lo reafirmaba en su nuevo rumbo artístico, centrado en la linealidad del dibujo, con los recursos plásticos mínimos.

Los cuadros Telón para ballet «Mercure» de Picasso y Pintura (El catalán) de Miró se exhiben en el Museu Picasso de Barcelona.

Un Picasso inaudito
En 1925, Miró entra en contacto con el movimiento surrealista y realiza obras muy sintéticas, reducidas a unas simples líneas y manchas de color. Mientras tanto, Picasso se reinventa e inicia una nueva etapa. Con el cuadro Las tres bailarinas de 1925, con formas más distorsionadas, anuncia un nuevo estilo. Ambos artistas empiezan a experimentar con la figura femenina.

La Fundació Joan Miró expone las pinturas Retrato de una bailarina de Miró y Las tres bailarinas (La danza) de Picasso.

Formas del deseo
Ambos artistas se relacionan con el movimiento surrealista, liderado por André Breton, del que ninguno de los dos, sin embargo, fue nunca un miembro oficial. Miró se adentra en la poesía para dejar atrás toda convención pictórica. Picasso, por su parte, explora los límites visuales del arte con formas desencajadas, claramente sexuales y perturbadoras, que impactan al espectador —uno de los objetivos que perseguía el surrealismo.

Las pinturas Gran desnudo en un sillón rojo de Picasso y Llama en el espacio y mujer desnuda de Miró se exponen en el Museu Picasso de Barcelona.

El desafío de la pintura
En 1927, Miró manifiesta que quiere «asesinar» la pintura y se adentra en el collage, tal y como lo hizo Picasso un año antes con su obra Guitarras. El año 1930, los dos participan en la exposición colectiva de collages en la Galerie Goemans de París, bajo el título La Peinture au défi. Miró presentó dos Bailarinas españolas y un collage; Picasso seis collages, entre ellos una de sus Guitarras hechas con arpillera y clavos.

En la Fundació Joan Miró se pueden ver El objeto de la puesta de sol de Miró y La chica de Picasso.

Sala de la Fundació Joan Miró

Sala de la Fundació Joan Miró

3. Pintura y poesía

Universo Jarry
El escritor polifacético y excéntrico, Alfred Jarry, sacudió la escena parisiense de finales del siglo XIX con la obra de teatro, Ubu roi (Ubu rey), que establecía los cimientos del teatro del absurdo. La figura de este escritor marcó tanto a Miró como a Picasso. El primero realizó una serie de libros de artista, con dibujos, titulados Ubu roi (1966), Ubu aux Baléares (1971) y l’Enfance d’Ubu (1975), mientras que Picasso recreó varias versiones de la figura de Ubú en obras como Cabeza o Bañista en una cabina de baño.

Las obras Cabeza de Picasso y Ubu Roi de Miró se pueden ver en el Museu Picasso de Barcelona.

Los amigos poetas
La obra gráfica de Miró y Picasso son los libros de artista, fruto de su interés por la poesía. Este género literario les permitía hacer una inmersión en nuevas aventuras creativas, que desbordaban los límites tradicionales entre las artes. Ambos artistas homenajearon con sus libros a poetas amigos como Paul Eluard y también abordaron un mismo texto, como L’Antitête, de Tristan Tzara.

Los libros ilustrados Poésie des mots inconnus (poesía de palabras desconocidas), tanto de Picasso como de Miró, se pueden ver en el Museu Picasso de Barcelona.


Plástica poética, poesía plástica
Miró y Picasso reflejaron a través de su obra el diálogo entre la palabra y el trazo pictórico. También desarrollaron una actividad poética propia. Picasso representa palabras en sus cuadros en 1935 —primero en castellano y después en francés. Miró empieza a escribir textos poéticos largos a partir de 1936. Su estilo se acerca al dadaísta y el surrealista, y se inspira en el humor erótico y grosero de Alfred Jarry.

En la Fundació Joan Miró se exponen la pintura «Escargot, femme, fleur, étoile» de Miró y la litografía Poemas y litografías de Picasso.

4. Años de guerra

La guerra civil española
En 1936, con el estallido del conflicto, los dos artistas se posicionaron junto al Gobierno de la República, que los invitó, aprovechando su prestigio internacional, a la Exposición Internacional de París de 1937. Picasso pintó el Gernika y Miró, El segador, directamente sobre los muros del pabellón. La obra de Miró desapareció cuando se desmanteló el pabellón. Por su parte, la obra de Picasso viajó por Europa y América para recaudar fondos para la causa republicana. Durante la Guerra Civil, Picasso pinta cuadras utilizando como modelo la fotógrafa Dora Maar y Miró se evade del momento creando un lenguaje de signos propio.

De esta época son el cuadro Sin título (Cabeza de hombre) de Miró y La mujer que llora de Picasso, que se exponen en la Fundació Joan Miró.

La Segunda Guerra Mundial
El estallido del conflicto bélico, en septiembre de 1939, fue un punto de inflexión en el ámbito artístico para ambos genios. A partir de este momento sus trayectorias empezaron a ser diferentes. Miró huye de la realidad e inventa un nuevo lenguaje con signos y símbolos para empezar la serie de veintitrés Constelaciones, que acabó en Mont-roig del Camp en 1941. Picasso se encaraba al conflicto con un estilo expresivo con bodegones, cráneos de animales y calaveras que recuerdan el carácter efímero de la vida.

'La estrella matinal' de Miró / Fundació Joan Miró

‘La estrella matinal’ de Miró / Fundació Joan Miró

Tanto la escultura Cabeza de toro de Picasso como la pintura La estrella matinal de Miró se pueden ver en el Museu Picasso de Barcelona.

5. Del asesinato de la pintura a la cerámica

Picasso presentó su colección de 446 piezas de cerámica en 1948, acompañado de Miró. Este escribió un texto especial para acompañarla: «De l’assassinat de la peinture à la céramique comme la céramique de Picasso» (del asesinato de la pintura a la cerámica como la de Picasso), una reflexión sobre la eliminación de las fronteras entre las artes manuales y la poesía. Los dos artistas aprendieron las bases del oficio en el taller y crearon piezas decorativas, vajillas, esculturas y murales cerámicos.

En el Museu Picasso de Barcelona se exponen la cerámica El búho de Picasso y la figura Mujer de Miró.

6. El estilo Picasso, el lenguaje de Miró

Revisiones
Picasso pintó una serie de cincuenta y ocho óleos sobre Las Meninas de Velázquez en 1957. En estas revisiones de esta obra universal disecciona el entorno del arte de la pintura. Miró, a finales de los años veinte, se inspira en los maestros flamencos del siglo XVII y en la obra de Rafael La Fornarina con la intención de poner la pintura en entredicho. A finales de los años treinta, su referente es el arte de la prehistoria que utiliza para definir su propio lenguaje de signos. Con este lenguaje simple, revisa la obra que durante la guerra dejó inacabada.

En la Fundació Joan Miró se pueden ver los cuadros La Fornarina de Miró y Las Meninas de Picasso.

Arte público y monumental
Después de la guerra, los espacios públicos se humanizan con obras de arte. En 1955, la Unesco selecciona a once artistas para decorar su nueva sede de París. Miró realiza, en colaboración con Josep Llorens Artigas, los murales cerámicos del sol y de la luna, mientras que Picasso concibe La caída de Ícaro, una pintura sobre cuarenta tableros de madera. En 1963, los dos artistas crearon dos esculturas para la ciudad de Chicago en los EE. UU. La escultura de Richard J. Daley Center de Picasso se inauguró en 1967 y la versión monumental de la escultura de Miró Luna, sol y una estrella se instaló en 1981, muy cerca de la de Picasso.

Las maquetas de Lune, soleil et une étoile (Luna, sol y una estrella) de Miró y de la escultura de Richard J. Daley Center de Picasso de Chicago se exponen en la Fundació Joan Miró.

 

La revuelta final
La aproximación a la realidad a través de la pintura fue una de las grandes diferencias entre los dos artistas. Picasso llevó la pintura al límite, enfrentándose a la realidad, mientras que Miró se alejó y quiso ir más allá produciendo un lenguaje propio. Picasso se reivindicó siempre como pintor, mientras que Miró lo hizo también como poeta.

Los dos fueron objeto de homenajes por toda una vida dedicada al arte. Picasso, con 90 años, eligió especialmente las 400 obras que se expusieron en el Palacio de los Papas de Aviñón, en 1970 y 1973. En el caso de Miró, el Grand Palais de París le organizó en 1974 una gran retrospectiva. Con 81 años, Miró quiso que su obra reciente ocupara un espacio preferente en la exposición.

Los cuadros La familia y El pintor y la modelo de Picasso se pueden ver en la Fundació Joan Miró. Las obras Poema III y Tela quemada 1 de Miró se exponen en el Museu Picasso de Barcelona.